No entiendo por qué no habían cámaras; el momento era propio de una película. Lo quise pausar y rebobinar, porque me pareció perfecto. Lo mejor de todo es que, ver momentos así te recuerda que las películas se basan en las acciones de la vida, en los riesgos y las locuras que uno comete, en las cosas interesantes de la vida real, en las clásicas experiencias; cosas que uno acostumbra ver en la televisión en lugar de tomar un riesgo.
Estábamos en el cajero y él estaba un lugar por atrás nuestro; nos había cedido el lugar por razones que no entendimos hasta que fue el momento de enterarse. Ella lo atendió con una sonrisa y él vaciló muchísimo al hablar; le preguntó por su tatuaje y le comentó que cada vez que la veía le daba curiosidad por saber de qué se trataba. Ella le explicó, entretenida, el significado de las letras chinas y él la miraba fascinado, enamorado diría yo. Ella advirtió la oportunidad y le ofreció explicarle más sobre las letras chinas en otra ocasión y él encantado la invitó a tomar un café a la salida del trabajo. Morí de la ternura.
Resultaron ser conocidos de una tía. Se casaron el año pasado, después de estar juntos durante tres años.
