domingo

Nunca llevé decenas de pañuelos, nunca habrían sido suficientes.

Perdón por no saber qué decirte. 
Lamento sonreírte de costado y dedicarte ojos compasivos. 
Disculpa si es estúpido que vacile y te pregunte cómo estás. 
No sé si abrazarte.
No sé qué palabra será justa, ¿cómo consolarte, aún sabiendo que es imposible?
Es que, siéndote sincera, nunca supe cómo dar un pésame.

Te desconozco, te extraño; es que ahora sos un desconocido y un extraño.

Ibas a ampliar nuestros horizontes, nos ibas a hablar con la verdad espontánea que nace del corazón para ser traducida en palabras. Nos ibas a dar el impulso y la organización para poder llevar a cabo nuestras causas y revoluciones. Ibas a ser nuestro confidente y estratega. Ibas a liderar todas nuestras rebeliones, dispersas como cualquier deliberación interna, pero pura, al ser causada y fundamentada por principios inmutables y una ética moral sincera que vos nos habrías inculcado. Ibas a inspirarnos con arte, porque eso eras, un artista. Objeto de inspiración por ser un alma libre, con tu espíritu siempre joven y tu esencia limpia de las ideas que el sistema habría de influenciarnos para mantenernos presos. Pero vos nunca ibas a permitirlo, porque eras un guerrero. Un revolucionario, capaz de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida hacia cualquiera, la virtud más linda de un revolucionario. Me ibas a hablar de filósofos y pensamientos, y yo te iba a escuchar, porque vos no te ibas a contradecir nunca. De saber quién eras, y adónde querías llegar, yo te iba a admirar porque siempre lo ibas a tener en claro. Yo iba a querer ser como vos. Ibas a ser mi ídolo, el más grande. Eras un bohemio, un hippie, un liberal. Eras un genio de la vida. Eras una persona real. Habrías sido mi referente para todo, con tus errores de los cuales yo podría aprender, pero con tu corazón al cual yo siempre iba a seguir, por compartirlo, por bombear la misma sangre en un cuerpo con los mismos genes.
Debiste haber sido más valiente y más resistente. 
No hay máquinas del tiempo, ni contravientos que te hagan volver, porque ni aunque quisieras, podrías volver a ser el mismo. Ya te alejaste demasiado de quién eras, años luz de distancia. 
Yo no sé quién sos. Pero sé a quién extraño.




Está cansada y se quiere morir