sábado

Soy libre porque puedo escribirlo.

Olvidarse de los problemas para poder distraernos, o no olvidarlos para poder expresarlos. Es dejar que los pensamientos viajen y recorran cada recoveco dentro de nuestro fuero interno, para encontrar recuerdos y limpiar capas de polvo y telarañas. Es dejar que los pensamientos fluyan, para que nos hagan levitar, desafiando las leyes de la física y gravedad, para que podamos terminar en universos desconocidos, las famosas dimensiones paralelas, que la creatividad jamás limita, sino que alimenta. Nos damos la oportunidad de despegarnos de la realidad y encontrar un propio lugar dentro de nuestra imaginación. Un lugar donde sea posible respirar con los ojos cerrados, donde cada exhalación es un suspiro del alma, que sopla y que aleja dolores o preocupaciones; donde cada exhalación desprende ropa, desnudando el cuerpo y liberando al corazón. E inhalar es inspirar, pero inspirar al espíritu para que siga siendo osado, dando la valentía y los motivos necesarios para concretar la autenticidad de un propósito sincero, que no lucra, que es puro, porque es un sentimiento.

jueves

Fue así como dejaron de escucharse garras afiladas, desesperadas por interrumpir en la puerta de mi cuarto. Cesaron los ruidos toscos, por la noche, y en los pasillos de la casa. Las puertas ya no se abrían solas ni desaparecían las cosas. 
El silencio hacía eco en las cuatro paredes de mi habitación. 
Mi gata no se volvía loca por entrar en mi cuarto y molestarme, acostarse en mi ropa negra, para llenarla de pelos blancos. No roncaba al lado de mi puerta las noches que la hacía dormir en el pasillo. No saltaba a los picaportes para entrar a la casa cuando de quedaba afuera. 
Sini no estaba. 

Está cansada y se quiere morir