sábado

La metamorfosis de la reflexión.(***)

Quise llenar de empatía y autoconocimiento lo que quedaba de mi irresponsabilidad y mis errores, para poder sanarlos con experiencia y aprendizaje. Dibujé con mis pupilas las formaciones de las estrellas en medio del introspectivo silencio que ensimismada contemplaba. Imaginé la dulzura de esos ojos que desde lo misterioso de lo oscuro, y lo distante del infinito, iluminaban mi sonrisa con mares dulces y ríos salados, guiándome hasta su mirada para arrancarme de mi nerviosismo, de mis miedos, de mis inseguridades.
Me apropié de mis errores para poder asumir mis problemas como consecuencias, para poder erradicar la autocompasión con la que me enviciaba para poder seguir haciendo todo igual sólo para que no cambie nada, y el miedo que me incapacitaba a revolucionarme en mil guerras que me dejaran independizarme y madurar.
Armonicé mis ignorancias con un cuento de pensamientos amorosos donde convivían ciclotímicas ideas en una sola habitación de temperamentos para alterar humores u hormonas, donde en la fábula las lobas sobreviven a la hambruna de la libertad para ser libres y trasladarse al nuevo tiempo.
Pero los mares se inundaron por la sed de empatía y la oscuridad un día fue ceguera del coraje ante el miedo y el orgullo.
Los errores fueron sonámbulos demonios que en el insomnio del cielo se amotinaron contra la autoestima para destituir de remedios a la sensibilidad de la niña que se escondía en su propio sueño.
La libertad se convirtió en un escape o sabotaje, donde un rencoroso canibalismo se hizo adictivo el sufrimiento que no era de la otra sino de una misma.

Y así toda esperanza de pasaje se consumió en el arrepentimiento que paralizaba a la voluntad por lo que tanto anhelaba y dañaba la felicidad por la que tanto velaba.
Pero sigo siendo terca y me rehúso a darme por vencida conmigo misma.


Y acá sigo.

Me dejé corromper por el frío un rato. No había querido entrar ni tampoco quise quedarme afuera; no podía avanzar ni retroceder, tarde para ciertas cosas y otras para las cuales no me siento preparada. Me perdí en un limbo que no era ni una cosa ni la otra; quedé varada en la confusión ante no saber reaccionar por no haber reaccionado antes. 
Y ahí me quedé.

jueves

Alas lastimadas.

Ojalá valga la pena; ojalá algún día pueda leerme y sentirme sobreviviente, fuerte, vencedora. Poder recordar, conciliar el sueño, y soñar sin miedo a pesadillas o a despertar. 

Siempre me sentí como si estuviera herida y me desarmara, entonces desesperada tratara de sostener los pedazos que van cayendo de mí. Terca, negándome a parar; como si me arrastrara entre mis últimos alientos para llegar a algún mejor lugar. 

Nunca fue orgullo: me decepcionaron tantas hadas madrinas y hoy solamente quiero no esperar nunca más nada de nadie más.

martes

Moralmente mareada.

Estoy haciendo las cosas mal y sin embargo me siento tan bien. 

Encuentro la paz dentro de toda esta locura; a veces escucho música y más tarde me doy cuenta de que solamente es la lluvia, camino entre lunas y estrellas en medio del bosque y de repente siento que estoy en la playa, me acerco al lago.
Es como una esquizofrenia que me arranca del planeta Tierra y aunque no sepa dónde estoy tampoco quiero saberlo. Estar perdida es desaparecer por un rato, destruir todo lo que me rodea para que me quede todo lo que reside en mí; así que estoy dentro de mi cabeza, soy un producto de mi propia imaginación porque solamente en ella existo. 
Lo demás es confuso, y todo es un reiterado déjà vu, o a lo mejor un circulo vicioso de sucesos y errores del cual no sé salir. La vida entera es una metáfora dentro de algún verso que cierta vez en mi vida habré leído.
Veo la verdad en los actos sutiles, las intenciones dentro de las discreciones.
¿Cómo pueden ser eternos los segundos y sin embargo fugaces las horas? 
Ojalá la complejidad de la vida no fuese tan demandante: coherencia, responsabilidad, disciplina... Estaría anestesiada y no sentiría más nada que la calma que entra y sale por mis pulmones, por mis oídos, mi boca.

Al final siempre me encuentro, es necesario, pero me preocupa algún día no hacerlo, porque de hecho ya no es lo que quiero, creo. 

jueves

Superar el miedo al fracaso no me dejó exenta de fracasar. 
Ahora me siento cansada y moribunda, impotente y resignada.

Quiero morirme o irme lejos, dormir y desaparecer. 

martes

Ay, Darío... Ibas a ser tanto para mí que ya no sé con qué llenar el lugar que te tenía preparado en mi corazón. Me sentí menos sola. Siempre había querido que alguien se preocupara por mí como te preocupabas vos. 
Gracias por enseñarme lo que se sentía, aunque fuera por poco tiempo. 

Días de melancolía y heridas.

Me creía fuerte y vencedora pero de nuevo comprendo que es mi condición natural esta angustia que a veces es un ancla y otras veces alas. 
A veces tengo tanto miedo y es tanto el dolor que me doy por perdida; siento que desaparezco y que se me escapa el alma, el amor. Me siento llena de odio e inseguridades, ahogada en mis incoherentes rabias; gobernada por demonios que realmente son mis miedos del pasado, las heridas que en la niñez me desangraron y que cada tanto abren abismos en mi corazón. Entonces me siento más vulnerable que nunca, porque a través de esos abismos nuevas dolencias me dañan y son como ecos que se repiten dentro mío y me carcomen la cabeza. 
Me siento eclipsada por las sombras que me atormentan. 
Es que de donde vengo... Nosotras. Cargamos con demasiado equipaje, herencia, historias de drama y terror, de derrotas y aprendizaje. Nos regimos por los vicios que en otras vidas no pudimos dejar. A veces no sé si somos guerreras o mujeres que fueron golpeadas y que hoy se golpean a sí mismas, nos intoxicamos unas a otras, pero en nuestro vínculo de amor-odio supongo que está la esencia de lo verdadero, de algo pleno que nos da vida y nos mata. 
También me siento cansada, fatigada. Me duele la espalda y me cuesta levantar la frente y andar derecha. Será que mis pensamientos son más fuertes que la gravedad. Me pesan los llantos en los párpados hinchados, las noches de truenos internos en las ojeras y mi mirada opaca. 
Pero me juro a mí misma que quiero salir, que quiero respirar, y toda mi vida quise eso: respirar. Llenar mis pulmones de alivio y aires libres: mi alma de libertad.
"Cuando sea grande...", decía entonces. Ahora entiendo que solamente voy a ser "grande" cuando sea autosuficiente, y voy a alejarme de todos estos dolores que ya conozco, de todo este veneno que me intoxica por dentro.
Cueste lo que cueste, una y otra vez tendré que levantarme. Solamente estoy creciendo, estoy entendiendo que siempre estuve sola, que siempre voy a estarlo... y es más que suficiente. En mí voy a encontrar eso que estoy buscando, y ojalá lo encuentre. 
Ojalá, pero es que me conozco demasiado bien. 

En la vida se cotiza todo y se valora tan poco...

Te das cuenta de que el mundo se está yendo al carajo cuando no tenés tiempo para hacer las cosas que te hacen feliz para en cambio resignarte a los deberes sociales y tratar de sostener una economía, porque todo en esta vida frívola y cotizada se basa en lo material. 

Alimentaría mi alma con amor, sanaría mis heridas con arte, educaría mi espíritu con verdad... pero en el mundo real para todo esto hay que pagar, sacrificar libertad.

sábado

Estoy maldita de mí misma.

El insomnio es mi infierno; el vacío y el desastre en los cuales mis demonios se debaten para cobrarse en mí el sueño y mi consuelo; me llevan en la inestabilidad de mi calma hasta dejarme en los precipicios donde se termina mi cordura. 
Y arde la paz entre su autodestrucción y el sabotaje. 
Pero las noches son cortas y cuando a la consciencia que me gobierna no le alcanza con las pesadillas que desvelan mi universo, entonces invade mis días y es un eclipse que inhibe mi capacidad para discernir entre el surrealismo de mi subjetividad, opacando lo real con irrealidad y distorsionar mis mundos para que me aturda viendo la desdicha, la desgracia: una pena irracional. 
La ambivalencia de mis miedos acecha a mi coraje, entonces se esconde en los bordes de la monotonía para que en un arranque de adrenalina grite en mi sangre y me arranque de la cobardía, me arranque de mi infierno, me arranque de mi piel, porque mis dolencias se arraigaron en la superficie de mí misma tales sanguijuelas que ahora se acoplan unas a otras como aislantes  que me alejan del mundo para sumirme en el vicio del solipsismo, mi guerra interna; como una armadura pero realmente una prisión.
Así que me hallo prisionera de mí misma y los mambos en los cuales yo elijo encerrarme, y siempre lo dije: ésta es mi maldición.
Pero poco a poco iré oxidando mis armaduras, estoy aprendiendo a llorar para mí misma... Estoy cansada de estar siempre a la defensiva.

Divagando por una causa.

Un copo de nieve que se posó sobre mi cachete me dijo compasivo "hace frío"; pero no importa que tan absurdos sean mis pasos, mi caminata nunca es vana. 
Por eso yiré hasta que alguna otra nevada me indicara hospitalaria que estaba otra vez en casa, en algún rincón de mi alma que pudiera acogerme aún herida, aún quebrada, aún corrompida: desamparada.
Porque sé que incluso errante, en mí misma estoy cierta y por lealtad estaré a tiempo, estaré en el momento y en mi certeza siempre encaminada.
La vida nunca para y agradezco por los cielos que siempre me acompañan... Porque cuando levanto mi cara y mi mirada viaja sin destino, sin límites, hasta el infinito a veces incluso siento que mis pies tienen alas. 

sábado

"Y eso es un problema" para mí también ahora.

Me quedé con el eco de la incertidumbre en los silencios, esos labios entreabiertos que no tenían respuestas más que dudas, así que esos espacios se abrían abismales y de repente eran años luz de vacío que nos distanciaban en lo más cercano.
Y ahora todo esto resuena en mi pecho, duele y me lástima, me desborda y se me escapa a través de las pestañas. 

¿Para qué soy valiente si realmente soy tan frágil? 
No tenía miedo, pero ahora sí. 
Cuando algo se quiebra, algo cambia... y cambió tanto.

H. L. V. S.!

Se abre un vacío lleno de asuntos pendientes... Como quisiera ser capaz de creer que existe un cielo para poder hablarle a los muertos: íbamos a vernos el martes, Dario!, no entiendo.
Me entristece extrañarte, pero me hace feliz recordarte, porque tu alegría fue tan contagiosa que con tu recuerdo todavía se sigue contagiando.
Ojalá hayas sabido lo mucho que te quise, y que por alguna magia sepas lo que te estoy extrañando.
Me das consuelo aún sin consolarme, tanto te esforzabas por hacerme reír y ahora me sacas sonrisas, me das fuerzas.
Ojalá, donde sea que estés...


Habla tanto de vos esta foto... Siempre queriendo compartir de tu alegría, transmitiendo tu simpleza.
1.5.2014

Vómitos verbales.

Los padres tienen tantos problemas de ego!, creen que por ser <<sus hijos>> somos <<suyos>> y no entienden que somos otras personas. Tienen miedo a que cometamos sus mismos errores y no entienden que nuestros errores son nuestra propia experiencia. No quieren que seamos la prolongación de sus vidas, y sin embargo éso es lo que sienten con respecto a nosotros: que nuestras vidas van a ser un reflejo de lo que ellos fueron como padres. Sienten decepción cuando nos equivocamos, como si en la vida nuestro propósito fuese impresionarlos, conseguir su aprobación. ¿Con qué derecho una persona se decepciona de otra? ¿Con qué derecho una persona espera tanto de otra? ¿No podemos solamente aceptar a las personas tal cual son? 
Éso es algo que aprendí de mis papás: a aceptarlos, a no esperar nada de ellos, y no por ser malos padres, sino por ser humanos, por ser diferentes a mí, porque las personas no tienen que ser como yo quiero, o espero, que sean. Si por la vida yo fuera esperando que todos fuesen como yo quisiera que fueran sufriría tantas decepciones como las que ya sufrí antes de saber ésto. 
A lo mejor es un problema con la construcción del sustantivo: siempre somos "hijos de...", y ése "de" es lo que a nivel psicológico e inconsciente se incrusta en nuestras cabezas y nos hace tener ésta idea de pertenencia, de posesión sobre el otro. Sé que siempre voy a ser la hija de mis papás, pero también me gustaría ser hija de mí misma, porque yo también soy mi propia creadora. Atravesé tanta adolescencia, tanta búsqueda interna, llené de existencia mi vacío existencial, me construyo como persona, me esfuerzo en aprender, en cambiar, hago tanto por mí misma a diario que estoy harta de que no se me reconozca nada de lo que 'logro' en mi vida. Mamá y papá siempre quieren ser los que hicieron todo posible, los que "de chiquita me enseñaron a..." quitándome el mérito de solamente ser yo misma, de las cosas que elijo. 
Gracias, mamá y papá, gracias, porque me hicieron el regalo más hermoso: el regalo de la vida. Sin embargo, se olvidan, que lo que uno regala deja de pertenecerle
Ustedes me dieron la vida, y por éso es que es mía.

jueves

"Lo esencial es invisible a los ojos".

Me invitó a merendar.
Pero realmente estaba abriéndome sus puertas, regalándome una parte de su corazón; dejándome ver lo hermoso en lo invisible y liberando, para que yo también pudiera sentir entonces, la magia de las cosas que hasta ése momento solamente ella entendía. Compartió conmigo la realidad que percibía, los juegos que sólo en su imaginación existían. 
Y lo que tomé de ésa taza no fue un chocolate, sino el amor con el cual ella lo había preparado
Se fusionó su mundo con el mío cuando le ofrecí 'pan casero' y ella recordó los dulces de naranja y frutilla que tenía en su bolsillo, porque cuando corté las rodajas ella supo donde estaban para poder untarlas y durante un instante vivimos en un mundo que nadie más que nosotras dos conocía. 
Nos saboreamos entre suspiros el helado más rico que en mi vida había imaginado mientras terminábamos de escuchar el cuento de la seño que ya se estaba terminando.
Creamos nuestras propias cucharas y creímos en algo que nadie más iba a entender. 
La picardía del secreto, algo que nos hizo cómplices y compañeras: amigas. 

Y nunca se es demasiado adulta ni adolescente como para una merienda, porque nunca se le dice que 'no' a un puño semicerrado, sea de té o sea de chocolate. Es algo que nos enseñan de chiquitos y que con el tiempo a veces nos olvidamos.  


miércoles

La soledad de una loca incomprendida.

Me fue presagiada una vida de soledad y búsqueda; así me hice presa de la complejidad que me hace ser yo misma, privándome entonces, de la comprensión de quien sea ajeno a mí, de ésa compañía para el sentimiento y el silencio. 
Ahora siento la sed de empatía, la añoranza de un agua servida en un solo vaso, de una mirada lejana y profunda hacia un horizonte en común, de un mismo cielo y los enigmas que lo mistifican, las ansias por 'hacer' en los deseos de las estrellas fugaces. 
Y quiero dejar de vivirme como una única, derivándome a estar sola.
Reconocer en otro ésa parte de mí que necesita cuidados, para así cuidar y sentir que me estoy cuidando a mí misma. 
Quiero que alguien me entienda: entender y así sentirme entendida... sería como compartir. 
Y es que creo que éso es lo más lindo de la compañía, poder compartirse a pleno con alguien ajeno y sin embargo tan como uno mismo. 

lunes

24 de Marzo

¿Qué es la memoria y para qué sirve? Se les pregunta a los alumnos del bachillerato generalmente para éstas fechas; a lo cual la mayoría respondes que para no cometer los mismos errores del pasado y cosas por ése estilo… A mí me gusta pensar que además, la memoria es una motivación: recuerdos que pueden darnos fuerza y sacarnos sonrisas, algo a lo cual aferrarnos en momentos de crisis. También, la memoria creo que es esencia e identidad.

Pero creo que rara vez se habla de lo que significan la Verdad y la Justicia… Es que sabemos que desaparecieron 30 mil personas, pero nunca se habla del ‘por qué’.

Y sí, habrán habido algunos que de mala coinciden cencía figuraban de contacto en alguna agenda, pero otros… Otros desparecieron porque alguien quería que desaparecieran…

Porque creían en una causa y hacían demasiadas preguntas.

El 43,23% de los detenidos desaparecidos tenían entre 16 y 25 años, con lo cual, los de mi generación y yo, podríamos sentirnos identificados.

Por eso es que a mí me motivan los detenidos desaparecidos: porque lucharon por una causa que creían justa, porque no fueron indiferentes ante la inmoralidad y la violencia, porque no dejaron de ser ellos mismos sopesando los riesgos. Porque fueron valientes y se atrevieron a hablar aún cuando nadie más lo hacía. Porque no se conformaron con respuestas raras o contradictorias y se mantuvieron curiosos, porque no quisieron dejar de leer, de cantar, o de escribir lo que pensaban. Porque fueron leales a sus principios y a sí mismos. Porque no dejaron de luchar en nombre de la Verdad y de la Justicia, y en sus corazones reconocieron lo que estaba bien y lo que estaba mal.

Y así hubiesen sido 50, o 30 mil, creo que igual merecerían ser recordados… por idealistas, valientes, leales, libres, rebeldes, insumisos, solidarios y justos.

Si realmente la historia y la memoria sirven para no cometer los mismos errores, creo que la mejor moraleja que puede dejarnos la dictadura del 76 es la de no dejar de pensar por nosotros mismos y cuestionar; no mirar para otro lado cuando sabemos que algo no es correcto.

Creo que ésta es la mejor manera de recordar a los Desaparecidos, y hacer que sus vidas y obra valgan la pena.


liebre, (catorce), de marzo.

Y en una sola noche ví reflejadas todas las noches durante diecisiete veranos; en su cielo despejado, también reunidas a todas las estrellas que habré llegado a contar en los cielos de luna y desvelo. A través de mis errores, hoy veo mis aciertos: veo el camino para regresarme en lo correcto. Veo el pasillo y sé que en su final va a estar la luz que metafóricamente vengo persiguiendo. 
Ya casi lo hago, ya casi llego.


jueves

Quiero arrancarme de mi piel.

Se impone dentro mío, repta entre los restos de mi cordura hasta encontrar dolores a los cuales aferrarse; hierba mala que arrasa con la calma, y me invade un desasosiego que nunca supe controlar. 
Un susurro serpentea por mis oídos y sus raíces engullen mi conciencia, se dispersa y me aniquila. 
Apoderándose de mí confunde todo en mi interior: no sé si resistirme o resignar ésta sensación. No sé si me rindo o me uno, si será concordia o sumisión. 
No es insomnio... Soy yo, en una guerra interna e incapaz de hacer la paz conmigo misma. 

domingo

h

Quise tantas cosas, y sin embargo acá nos tengo: conformados con el sólo mérito que nos regala la casualidad de existir. 

lunes

No duermo.

Me gustabas porque eras un desastre, te veía porque nadie más lo hacía. Tu timidez era un misterio y yo era muy curiosa. 
Yo te habría querido más que nadie, porque aún cuando nadie te entendía, yo tenía el arte de preguntar. 

Me encantaría culparte, pero yo fui la cobarde. 

Arriésguense si pueden; arriésguense, o no duerman. 
Una se arriesga o se arrepiente, y una sí que se arrepiente. 

sábado

Somos tantos, y estamos tan solos.

Estar sola entre medio de una multitud se siente como ser un fantasma: dejo de lado la carne y los huesos que delimitan mi existencia y mi mortalidad, el materialismo que me indica que estoy rodeada de personas, para ser un alma infinita.
Trato de verlos a los ojos cuando caminamos de frente por la vereda, pero me traspasan con la indiferencia de sus miradas ensimismadas, así que vago en pena entre tanta enajenación. 
Antes disfruté del silencio del mundo y mi aislamiento, sentirme viva, y, a pesar de no sentir mi cuerpo, saber que mi corazón está latiendo y que no hay pecho que lo contenga: hay algo que se expande y se dispersa, algo que llena al mundo que me rodea, el mundo que me pertenece, porque soy soberana de mi propio ser. 
Pero no quiero perderme en el vicio del solipsismo; aunque a veces la humanidad sea un lugar muy solitario yo sigo siendo humana. 
Los niños siempre son esperanzadores, libres de prejuicio te pueden mirar fijo, y si les sonreís te sonríen, de manera ingenua y honesta, pero como nunca más en sus vidas. 
Entonces cada vez que veo a uno más semejante sumido en la inercia de la soledad no puedo cohibir el anhelo de 'tocar' ésa alma, con una soledad ajena a la mía y que sin embargo reconozco en mí misma: es la añoranza de poder compartir con otro ser que me comprendiera, y más que a mí, que entendiera la desolación que me invade, que es como un suspiro que viaja tan profundo y tan lejano como el horizonte que es contemplado en silencio.
Como una sed de empatía.

Está cansada y se quiere morir