jueves

"Lo esencial es invisible a los ojos".

Me invitó a merendar.
Pero realmente estaba abriéndome sus puertas, regalándome una parte de su corazón; dejándome ver lo hermoso en lo invisible y liberando, para que yo también pudiera sentir entonces, la magia de las cosas que hasta ése momento solamente ella entendía. Compartió conmigo la realidad que percibía, los juegos que sólo en su imaginación existían. 
Y lo que tomé de ésa taza no fue un chocolate, sino el amor con el cual ella lo había preparado
Se fusionó su mundo con el mío cuando le ofrecí 'pan casero' y ella recordó los dulces de naranja y frutilla que tenía en su bolsillo, porque cuando corté las rodajas ella supo donde estaban para poder untarlas y durante un instante vivimos en un mundo que nadie más que nosotras dos conocía. 
Nos saboreamos entre suspiros el helado más rico que en mi vida había imaginado mientras terminábamos de escuchar el cuento de la seño que ya se estaba terminando.
Creamos nuestras propias cucharas y creímos en algo que nadie más iba a entender. 
La picardía del secreto, algo que nos hizo cómplices y compañeras: amigas. 

Y nunca se es demasiado adulta ni adolescente como para una merienda, porque nunca se le dice que 'no' a un puño semicerrado, sea de té o sea de chocolate. Es algo que nos enseñan de chiquitos y que con el tiempo a veces nos olvidamos.  


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