viernes

el fin del mundo

Amarte a veces es desgarrador y me llena de vacíos.
Cuando te idealizo, sufro. La decepción desemboca  en de repente entender que nunca me amaste, que nunca lo vas a hacer, que no soy especial en tu vida como vos lo fuiste en la mía.
Amarte a veces es un duelo, un luto. Porque siento que constantemente muere una parte de mí, la parte que te entrego y que vos no cuidas.
Amarte a veces me hace sentir muy sola, es como si amándote me engañara a mí misma: amo, me aman... pero no. Amándote a veces me doy cuenta de que mi soledad es más grande que mi corazón.
Nada me alcanza.
Y todo me duele.
Y sigo esperando a que vengas y que me digas algo que me saque de esta dimensión donde estoy siendo testigo del fin del mundo, y todo está tan desolado y deprimente.
Y espero cosas,
y necesito atención,
necesito recuperar la vida que entregué por no saber del equilibrio.
Porque mi amor es intenso como dejarme morir un día de bajón escondida abajo de la cama. Un día, un mes, tres meses... muriendo.
Con el corazón en la mano, en la boca, en los ojos,
cada vez que me caigo mi corazón se golpea,
cada vez que beso mi corazón me deja,
cada vez que miro un paisaje triste, mi corazón llora,
cada vez que toco
algo filoso
mi corazón se fisura,
cada vez que hablo
y estoy confusa,
mi corazón se enrosca,
cada vez que miro
la realidad
después de entender
que en realidad yo vivo una fantasía
mi corazón se suicida.
Porque
siempre
vuelvo a descubrir
que mi amor es una fantasía
que hace sentir muy bien a otros
pero que me abandona el alma.

Está cansada y se quiere morir