viernes

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Estas siempre fueron mis confesiones, salidas del alma, venidas por el instante en el que me fluyeron las palabras y respondí a las pulsiones de mi corazón.
Traté de ser honesta, y desde que tomé conciencia de mi acción revolucionaria en el mundo construido en colectivo traté de hacer bien y ser genuina.
Es mi naturaleza pisciana supongo, querer hacer bien.
Pero tengo tantos mambos en la cabeza, tantos traumas emocionales que me hicieron reaccionar mal en mis vínculos.
De repente todo es muy horrible y solamente soy una persona horrible.
A veces lloro tanto por horas, noches enteras llorando, siento mis ojos putrefactos por la humedad del llanto. Siento pus en la mirada de tanta mierda que se crea en mi cabeza.
Ya no pienso en suicidarme, siento el suicidio en mi piel, en mi cuerpo. A veces me abandona la vitalidad del cuerpo cuando me entrego a mi muerte internamente.
Me despido dentro mío de mis seres queridos. Les pido perdón y les digo cosas lindas de la vida para que no crean que mi decisión significa algo.
Estoy muy cagada de la cabeza.
Amo mis sentimientos puros.
Pero cómo voy a hacerle bien al mundo si no puedo hacerme bien a mí misma.
¿Qué hago ahora que la vida parece fluir mejor sin mí? ¿Qué hago ahora que veo mi daño en los corazones de los demás? ¿Seguir?
Trato de escuchar las palabras de mi psiquiatra pero sus consejos parecen venidos de una dimensión a la que yo no pertenezco.
No quiero ser esto. No me gusta ser esta.

Me molesta que me digan que estoy más flaca. Me hice bulímica por accidente, chabón, no me podés dejar en paz? Por qué mirás mi cuerpa, por qué crees que quiero saber lo que pensas de ellea. Sabes lo que me duele vomitar? Lo que me duele comer? Lo que me cuesta comer? Es horrible, boludo, es un bajón. No puedo parar de comer porquerías dulces, literal que no paro. Deje de ponerme el delantal porque me guardaba comida en los bolsillos. Brownie, pastafrola, chipá, pan con manteca, lo que venga. Toda la mañana comiendo. Como mientras estoy corriendo por las escaleras, mientras limpio los muebles, mientras aspiro, no me importa nada. Y clá. Después ni ganas de almorzar. NI ganas de merendar. NI menos ahí con cenar. Y al otro día cagada de hambre otra vuelta al círculo vicioso. Fue sin querer posta. Me gustaba comer porquerías y nada más. Después me acostumbré así... y la colgué. Y empecé a vomitar cuando empecé a sentirme mal. A veces comía mucho, demasiado, y me dolía la panza. Entonces llegaba del laburo... Me lavaba los dientes, y cuando me cepillaba la lengua, el paladar, y me daban arcadas se sentía bien. Entonces le mandaba al fondo. Y así me fui haciendo bulímica. Todo enero así.
Empecé a correr en un grupo. Venía re turbia mal, vomitando, fumando, comiendo gilada y no nutriéndome. Y quise darlo todo. Y lo dí todo, vieja. Terminé vomitando furioso, pero levanté la frente y llegué trotando. Había tomado mucho mate. Y tenía mil mambos en la cabeza. Mi vieja me soltó que no me veía preparada para volver a arrancar. La verga de la yuta. Me fumé un pucho, y a la hora pretendí ir a entrenar. Flashié.
Cuando volví a mi casa tomé un vaso de agua, medio gajo de naranja, MEDIO, y corrí al baño a lanzar. Y cada vez que tomé agua lancé. Tomé soda y lancé. Lancé y ya no tenía nada adentro de mi estómago. Se contraían mis músculos y se me escapaban gemidos de dolor por las contracciones. Fue tremendo. El cuerpo diciéndome basta, diciéndome loca rescatate acá. Después de tres horas así me agarró diarrea. Y volvía a vomitar. Querías vomitar wacha? Tomá, dice la vida. Tomá dice siempre la vida. Y tenés que aceptar, lo que quieras, lo que creas que te está dando.
A mí me dio una larga y asquerosa noche de diarrea y vomitos. Y como no podía tomarme la quetiapina del miedo que me daba vomitarla no dormí en toda la noche.
Y pensé en muchas cosas. En todo lo tóxico que le estaba dando a mi cuerpo, y a mi vida. Y me comí el viaje de que posta no estaba preparada para irme.
Hoy no, hoy ya fue. Hoy preparada las pelotas. Pero me cabió entrenar. Me copé con el grupo. Me copé con cerámica. Yendo a la casa de Aurora a jugar con les niñites. Pensando en llevar una vida más saludable.
Ya pasaron como tres semanas de esto. Y sigo fumando. Igual no tanto. Sigo entrenando también. El otro día el entrenador se olvidó de avisarme que se cancelaba ese día y yo ya estaba ahí y fueee, me fui trotando de vuelta hasta mi casa, total tenía que llegar. (acá aclaro que vivo en la loma del orto a 8 km) Y le metí bien y llegué en media hora. Me sentí muy bien.
A veces
me siento realmente muy bien. Muy plena. Feliz. Viva.
Otras veces no. Pero sé que doy pasos para delante, o algo así. 

Está cansada y se quiere morir