viernes

Una melodía de moralejas que hizo un alivio el despertar. (***)

Sonreí por inercia y la luz de un sueño que estaba viviendo me despertó de una tarde de somnolencia y desgana o una noche de insomnio y ansiedad. Un coro de ángeles o demonios que entraba por cada uno de mis poros danzó por toda vena y arteria; nadó por mares para endulzarlos como si fuera glucosa, como si fuera dopamina hiptonizándome con antaraxia, como si fuera libertad anestesiándome con bienestar. 
Se aventuró a entrar por mis oídos para pasearse con sus poemas por mi cabeza; para susurrarme magia como si fuera un secreto que hoy iba a compartir conmigo misma. 
Fue hermosa la complementación de los sentimientos, perfectos en un pentagrama que dentro mío se convertían en felicidad, se transformaba como una mariposa que salía espontánea del capullo de mi corazón, que volaba de colores y dibujos; que era una semilla regada de placer y que crecía como satisfacción. 
Una reflexión me cautivó con sus promesas de paz así que salí de la guerra para refugiarme en donde no existiera el prejuicio ajeno ni bombardeos de demandas, y no para esconderme sino para mostrarme a mí misma la persona que era manifestándose en la mirada de la esencia. 
Quise que durara para siempre y juré nunca más volver atrás. Despertar esta vez es crecer, por eso arranqué la procrastinación que en forma de sanguijuela succionó mi coherencia desviándome de las consecuencias, pero de hacer las cosas bien: de mis metas, de mis sueños. 
Quisiera no arrepentirme, pero es necesario para no repetir. 


jueves

Lo platónico de amar en idílicos recuerdos.

Me encuentro con el recuerdo de tus ojos, que me seduce a través de las canciones que quise dedicarte, tararean tus pupilas y en sus notas se describen los matices de tu iris. Tus pestañas se levantan, me dicen buen día o me dan un beso en la frente y se duermen; me transmiten la paz que a veces es quererte. 

Desarticulé a tu persona y la remodulé en recuerdos. Escondí partes de tu esencia en los lugares que visitamos, en las películas que vimos y en las canciones que escuchamos. Armé souvenires con tu risa para regalarme cada vez que suba al bondi que usaba para viajar hasta tu casa. Puse de tu mirada en cada una de las cosas que me hace sonreír, puse de tus abrazos en cada rincón solitario de mi cuarto, puse de tus besos en cada parte de mi cuello, puse de tu nariz en mis besos. 

Me regalé lo idílico de recordar, de cuando jugué a sentir lo platónico que es amar. 

Está cansada y se quiere morir