lunes

No duermo.

Me gustabas porque eras un desastre, te veía porque nadie más lo hacía. Tu timidez era un misterio y yo era muy curiosa. 
Yo te habría querido más que nadie, porque aún cuando nadie te entendía, yo tenía el arte de preguntar. 

Me encantaría culparte, pero yo fui la cobarde. 

Arriésguense si pueden; arriésguense, o no duerman. 
Una se arriesga o se arrepiente, y una sí que se arrepiente. 

sábado

Somos tantos, y estamos tan solos.

Estar sola entre medio de una multitud se siente como ser un fantasma: dejo de lado la carne y los huesos que delimitan mi existencia y mi mortalidad, el materialismo que me indica que estoy rodeada de personas, para ser un alma infinita.
Trato de verlos a los ojos cuando caminamos de frente por la vereda, pero me traspasan con la indiferencia de sus miradas ensimismadas, así que vago en pena entre tanta enajenación. 
Antes disfruté del silencio del mundo y mi aislamiento, sentirme viva, y, a pesar de no sentir mi cuerpo, saber que mi corazón está latiendo y que no hay pecho que lo contenga: hay algo que se expande y se dispersa, algo que llena al mundo que me rodea, el mundo que me pertenece, porque soy soberana de mi propio ser. 
Pero no quiero perderme en el vicio del solipsismo; aunque a veces la humanidad sea un lugar muy solitario yo sigo siendo humana. 
Los niños siempre son esperanzadores, libres de prejuicio te pueden mirar fijo, y si les sonreís te sonríen, de manera ingenua y honesta, pero como nunca más en sus vidas. 
Entonces cada vez que veo a uno más semejante sumido en la inercia de la soledad no puedo cohibir el anhelo de 'tocar' ésa alma, con una soledad ajena a la mía y que sin embargo reconozco en mí misma: es la añoranza de poder compartir con otro ser que me comprendiera, y más que a mí, que entendiera la desolación que me invade, que es como un suspiro que viaja tan profundo y tan lejano como el horizonte que es contemplado en silencio.
Como una sed de empatía.

Está cansada y se quiere morir