martes

 Saber que todas las idas y venidas decantan 

A veces sopesar las esperas y los cambios inesperados 

Gestionar el capricho en un mundo de normas preestablecidas es mucho saber alquimizar la frustración 

A veces ir prendida fuego que no exista el fracaso ni reflexionar error. Hacer por sed de hacer. 

A veces estar hecha agua y distinguir, no entender, no saber, aún así correr con los flujos, o ir despacio, llover, llorar, inhundar la razón de caprichosa sensibilidad. 

Dame un amor que me devore mientras le cuento, que me vea como a un pedazo de carne parlante que siente y reflexiona su propia existencia, donde yo pueda ser culo tetas boca anhelos y quejas. Que vea  mi vacío y la vacía esencia de mi alma. 

Que entienda que la desenfrenada locura y mi libertad también son producto de un hambre intelectual. 

Que soy deseo y cesos. Que a veces me freno y  necesito pensar y después sentir, después enojarme, llorar, y amar cada vez más grande y a más. 

Un amor que entienda que percibo de mí más la belleza de mi producción pero que también aprendí a aceptar la estúpida matrix. 

Y también tengo miedos. 

También tengo deseos. 

Soy un amor mutante que a veces se desordena y se desvirtúa y nos condena. Pero después nos besa con sus palabras y nos erotiza con caricias que tocan los pliegues más ocultos. 

Te besaré y seré tu peor pesadilla. 

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