viernes

 Los artistas que estaban sembrados para germinar revoluciones

se cansaron de oír y ser bombardeados 

por los esquemas evolutivos que imponía el capitalismo. 

Cerraban las puertas de sus casas y los algoritmos contratacaban. 


Yo no gestioné que una galería me representara, no gestioné al mecenas.

y tuve varias oportunidades. 

Me cansé de estudiar un mundo para poder abrirme paso. 

Ahora una voz me dice que quizás nunca fue necesario. 

Pensé que debía rodear al agujero para llegar a la gran ciudad,

resulta que el agujero era mi propia sombra. 

Solamente tenía que confiar y atravesarla. 

He intentado tantas veces el camino largo,

entré en la sombra, me asusté, me salí,

me cansé en el camino largo, jamás llegaría siendo yo misma,

me asusté, me salí. 


Pienso en la gran ciudad, pienso en los grandes sueños,

en todos esos montajes, en todos los registros de obra,

en las millones de rosas,

en la oferta laboral para personas transitando una reinserción social,

o artistas, o creativos,

o todos nosotros que somos inadecuados para el sistema pero necestamos dinero para hacer realidad nustros sueños más locos. 

Pienso en el club de las unicornias recicladoras,

en la deforestación, en los animalitos, en los basurales y en los recuperadores urbanos.

Pienso en los niños que ya no lloran cuando les gritan y los insultan. 

Pienso como si duelara... Y el dolor crece. 

Dibujo todos los días. Guardo un pedacito de esperanza porque aunque me siento derrotada y poco humana, siento que este deseo en mi corazón crece. Me partirá el cuerpo que tanto me costó volver a costurar. Crecerá la ilusión que alimenta mi imaginación. 

Y le tengo miedo a mi madre, a mi padre, a sus parejas, a la vida, al mundo, a la gente, a la Iglesia, a los hospitales, a los políticos y a los museos. 

Pero amo mis rosas de lata, mis lápices, mis pinces, mis hojas, mis grabados, mi arcilla, mis tintas, mi voz, mi magia, mis manos. 

Nunca grité con todas mis fuerzas en la cima de un mundo ser artista. 

Aún no grité con todas mis fuerzasen la cima de un mundo ser artista. 

No salí de un closet porque jamás me había sentido en un closet. 

Pensé que yo era el closet. Pensé que el mundo era un closet, o una extensión de mí y de mi propia imaginación. 

No quiero salir de estas cuatro paredes, me reconforta la soledad. 

¿Despertaré, o moriré en la pobreza? 

¿Me atrevería al amor, o moriría en la pobreza? 

La pobreza era cosas diferentes a las que imaginaba. 

La pobreza no era no tener dinero, era no poder ver más allá de la creencia de escasez. 

Ahora que sé lo que se siente, doy fe a que sí es una elección... pero no una consciente. Sino más bien una necesidad... un manto de protección. La pobre nos protege de nosotros mismos... hasta que podamos sanar. 

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