lunes

Te (des) conozco todos los días.

Conocerte implicó darme cuenta de lo que poco que realmente te conocía. 
Mientras que con la mirada trataba de seguir el contorno de tu cara, me sorprendí a mí misma con el retrato de tu recuerdo, contemplé en él el tiempo que había erosionado tu existencia en el mundo y habías cambiado mucho. 
Por eso no podía dejar de mirarte, y en mi cabeza trataba de dibujar las cosas que se retenían en tus retinas, es que quería entender qué fue lo que te hizo cambiar tanto. 
Entre más me acercaba, más lejos te sentía; porque lo que antes era cerca ya no existía y estaba descubriendo la cercanía que había desaparecido tratando de conservar el vínculo cercano que antes teníamos. 
Me equivoqué, o a lo mejor fui asertiva, cuando te miré fijo y reconocí la misma mirada de confusión en mis ojos, que se reflejaba en los tuyos: por eso, viéndote, me ví a mí misma, y a través de tus arrugas comprendí el tiempo que a mí me había arrugado. 
Así que andamos paralelos, distantes, desconocidos, sin nunca dejando de haber sido en el pasado nosotros dos, porque no nos olvidamos.

Sin embargo te quiero, y nunca voy a dejar de hacerlo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Está cansada y se quiere morir