martes

Un año, dos meses, dos días.

Es la asfixia, y me desespera. 
Aislada de mis propios sentidos me siento privada de experimentar por mí misma; inútil es todo intento por respirar, como si en el fondo de una botella yo me ahogara en todas éstas ansias por libertad. 
No estoy presa porque no soy un cuerpo; tengo un cuerpo y mi alma es libre, pero la prisión me rodea y mis pies no corren. Será que yo no huyo, sin embargo, enfrentarme a los problemas no es luchar, sino verme en el espejo y escuchar un tic tac: mas no siempre le gano al insomnio, que soy yo misma, incapaz de soportar la espera.

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Está cansada y se quiere morir