Me recupero de una crisis. Llanto intenso, berrinche, desconcierto. Me armo un tabaco y me siento hecha un bollito. Pero ya pasó. Había una niña que me pedía amor. Le pedí perdón. Acaricié mi labio y me besé la palma, sequé mis pestañas, me hice un té de laurel, hoja de limonero y buscapina. Prendí un sahumerio de palo santo y rosas.
Me decido a saltar y soltar. Tomo determinación una vez más. Vuelvo a confiar. Me pierdo, me desquicio, y sigo en paz. Soy la paz, soy el amor, y soy una tormenta en la que debo danzar, no intentar controlar.
Estoy harta de que me hablen del mercado de arte, como si hubiera algo que entender o descifrar. Ni siquiera tengo interés en que compren mi obra. Decime un número, dos o tres, decime siete. Mi obra no está en venta. No vine para ser otro banal producto, me aburre el marketing. Seré de quién deba ser. Seré mía. Y seré yo misma el mercado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario