lunes

entre la empatía 
y el abismo que es la culpa,
entre verte a vos
y perderme a mí. 
verte mal 
y verme haciéndote mal. 

voy despacio en mis procesos internos,
pero creo que doy pasos firmes. 

desperté de la autocompasión
el día que ya nadie me podía ayudar,
cuando ya nadie podía estar cerca mío,
porque era solamente estar ahí
para verme sumida en la depresión,
y ser objeto de mi odio interno.
el día que mamá me dijo que la estaba destruyendo,
que se sentía atrapada,
el día que ya nadie me hablaba,
el día que sergio me bloqueó de Instagram  re podrido de mí. 

sé que no he sido mala,
sé que nunca quise.
pero sí quise mucho morirme.
y cuando quise morirme
odié a todos
por querer retenerme. 
odié a todos los que me amaban,
por amarme. 

claramente ninguno de estos procesos fue conciente,
el odio no tiene conciencia,
el odio son solamente palabras articuladas con vibraciones bajas. 
el odio son intenciones irracionales de destrucción. 

yo,
en el fondo,
siempre quise
arruinar mi vida
hasta llegar al punto
en que la única solución
fuera suicidarme. 

y esto lo sé porque lo he visto
toda mi vida.
el sentimiento
de que ésto
nunca termina. 
de que el día nunca llega,
de que el dolor nunca es suficiente,
de que necesito más, más,
más mierda, más odio,
más filo, más impulso. 

enterré todos estos mambos 
y decoré la lápida con las cenizas
de los autorretratos que hacía para no cortarme,
tenía 10 años.
y me odiaba. 
me odiaba por haber venido a un mundo sin propósito más que molestar. 
me odiaba por ser patética y tener una vida patética. 
me odiaba porque no me quería ver mi mamá,
me odiaba porque mi papá se olvidaba de venirme a buscar. 
me odiaba porque mi abuela me decía que estaba gorda,
y yo aún así me comía todos los platos de comida que ella me servía rebalsándome el plato,
me odiaba porque mi tía siempre estaba ahí para bardearme,
para decirme que era una basura y que nadie me quería. 
me odiaba porque mi hermana me pegaba en las tetas cuando me estaban creciendo,
me odiaba porque yo la defendía y yo a ella le chupaba un huevo. 
me odiaba porque en la primaria todos me decían que estaba loca.
me odiaba porque nadie venía a salvarme.
me odiaba porque a nadie le iba a importar si yo vivía o moría.
y ahora me odio por llorar mis memorias después de 11 años.

la terapia, qué fue? una mentira?
estos sentimientos eran como telares
que en las noches de insomnio yo retomaba.
cuántas veces me habré suicidado desde entonces?
hubieron épocas en las que moría todas las noches.
todas las noches sentía mi mirada abandomarme el cuerpo,
sentía la entrega de mi carne al dolor. 

cuánto tiempo más voy a escribir sobre esto?
estúpida mentalidad bizarreada. 
y si este diagnóstico fuera irrompible en algunos puntos? 
siempre van a estar todos estos mambos ahí para mí. 

tanto odio, tanta oscuridad,
tantas heridas sin sanar. 
y yo
acá
permeable.

sin poder reservarme,
sin poder compartirme,
pero siendo,
siempre siendo
lo más transparente que puedo. 

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Está cansada y se quiere morir